Admitamos que las cosas que nos aparecen, tanto a Dios como a nosotros, tal y como aparecen ante Dios y ante nosotros, sean las mismas para él y para nosotros. Es preciso que haya una unidad de comprensión posible entre Dios y nosotros, tal y como, entre diferentes hombres, sólo una relación de comprensión ofrece la posibilidad de reconocer que las cosas que uno ve y las que el otro ve son las mismas. Pero cómo sería posible una idenficación tal que el espíritu absoluto supuesto vea las cosas justamente a través de apariciones sensibles, intercambiadas entre nosotros dentro de una comprensión recíproca, o al menos unilateral, de la misma manera que nuestros fenómenos podemos intercambiarlos entre nosotros, que somos hombres (…). Naturalmente, el espíritu absoluto tendría que tener un cuerpo, a fin de tener una comprensión recíproca con nosotros; del mismo modo, tendría él también una dependencia con respecto a los órganos de los sentidos.
Edmund Husserl (1952): Ideen II, § 18 g
![]() |
Edmund Husserl (1859-1938) |
2 comentarios:
Hola Benito. Estoy bicheando en tu blog y encuentro mucho que copiarte. Viendo esta sección me he acordado del libro que acabo de terminar (que seguramente conocerás), Diario de un cuerpo, de Daniel Pennac. Me ha dado mucho que pensar.
María José
Estás en tu casa...
De Pennac leí Mal de escuela y Como una novela; pero no ese que dices... El título es sugerente.
Publicar un comentario