La ironía de Sócrates
no consiste en decir menos para así impresionar doblemente al sugerir una
especial fuerza anímica o cierto saber esotérico. “Cada vez que convenzo a
alguien de su ignorancia —dice melancólicamente la Apología—, los presentes se imaginan que yo sé todo lo que él
ignora.” Él no sabe más que ellos,
sólo sabe que no hay saber absoluto, y que es gracias a esa carencia como estamos abiertos a
la verdad.
Maurice Merleau-Ponty: Éloge de la philosophie (1953)
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