
“It’s he?”I was so determined to have all my proof that I flashed into ice to challenge him. “Whom do you mean by ‘he’?”“Peter Quint —you devil!” His face gave again, round the room, its convulsed supplication. “Where?”
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Ilustración de Miguel Navia |
Se trata de un “diálogo” que podría no ser tal. ¿Responde el
niño Miles a la pregunta de la institutriz o reconoce con una exclamación al
espectro que acaba de aparecer? La ambigüedad es aún mayor porque “devil” no tiene género en inglés, por lo que
su introducción deja todas las puertas abiertas, ¿se refiere llamándola
“diablesa” a la institutriz, o al fantasma de Peter Quint tildándolo de
“demonio”? He aquí el motivo por el que esta escena nunca podría adaptarse al
cine sin tomar partido, ya que si se muestra la imagen de Quint, ya sea de
manera objetiva o subjetiva, se estará esclareciendo lo que el autor no quiso dejar claro.
Ahora analicemos algunas traducciones al español de la frase en negrita, porque las
hay de todo tipo: dos son perfectas, porque mantienen la ambigüedad recurriendo a un término masculino aunque en sentido genérico:
“— ¡Peter Quint!
¡Ah, demonio!” (José Bianco).
“— ¡Peter Quint…, demonio!” (Soledad
Silió).
Una edición crítica aclara en nota que existe esa
ambigüedad, pero su versión no resulta satisfactoria:
“— ¡A Peter
Quint… especie de demonio!” (Juan Antonio Molina Foix).
La mayoría incurren en interpretación:
“— ¡A Peter Quint…, diablesa!” (Domingo
Santos).
“— ¡A Peter
Quint…, malvada!” (José María Aroca).
“— ¡A Peter
Quint…, malvada! (Sergio Pitol).
“— ¡A Peter
Quint, malvada! (Antoni Desmonts).
“— ¡A Peter
Quint, demonio de mujer!” (José Luis López Muñoz).
Por último, hay que estar prevenidos contra la más leída por incluirse en una colección juvenil (Anaya / Tus Libros) que nutre a los institutos y ante la que sobran los comentarios:
—“¿Quién va a
ser? —exclamó el muchacho—. ¡Peter Quint! ¡Peter Quint!” (Ramón Buckley).
2 comentarios:
El problema de Henry James es español es justamente que, si ya de por sí es un autor que se presta a ambigüedades, si encima sus traductores no aciertan se acumula torpeza sobre ambigüedad. El caso que citas es significativo. Yo leí "Otra vuelta de tuerca", por vez primera, en la edición de Anaya Tus Libros. Después pasé por Soledad Silió y más tarde por Molina Foix (tengo debilidad por Cátedra). Me falta la traducción de Bianco, de quien sí he leído otras magníficas traducciones de James.
La ambigüedad de James tiene otras cimas, como sabes: "La fuente sagrada" (puede que su obra maestra en este arte del claroscuro) o "Los embajadores", por poner sólo dos.
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