Un mandarín pasó años a la orilla de un río pescando con un alfiler recto en lugar de un gancho. Corrió la voz acerca de este extraño comportamiento hasta que llegó a oídos del emperador, que acudió a verlo. ¿Qué pretendía pescar con semejante anzuelo?, le preguntó el emperador. ¿Qué pescaba? La respuesta fue serena: "A vos, mi emperador."
James Salter: Quemar los días. Barcelona: Salamandra, 2010, pág. 293
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