Al ver Hannah Arendt, la película de Margarethe von Trotta, uno comprende por qué su valor e importancia crecen en razón proporcional a como decrece (al menos, para quien esto escribe) el de su amante, Martin Heidegger.
Es una pena que la competente directora no haya explotado más el filón que
sólo apunta en unas breves escenas, sobre todo porque el actor que encarna al
filósofo parece su doble. Verlo dando una clase con una jovencísima
Arendt embelesada en su asiento de madera es uno de los momentos álgidos de la película. Pero en el aspecto personal, Heidegger se ha revelado en su correspondencia
amorosa y en sus actos con una mezcla de inteligencia, mentiras y manipulación. Sin embargo, permanecieron fieles ("e infieles", aclara
Hannah Arendt) a su historia durante toda su vida, como si no hubiera
otro remedio. Se ha escrito mucho sobre ellos, podrían encarnar eso que
conocemos gracias a Stendhal y a Erich Fromm como amor-pasión o amor
pasional.
La película se centra en el episodio de la captura y posterior juicio a Eichmann en Israel, a inicios de los sesenta, y así conoceremos también al tercer marido de Arendt
(el verdadero amor de su vida), Heinrich Blücher, a su amiga americana, la novelista Mary McCarthy y al círculo de judíos alemanes exiliados en América. Siguiendo los pasos de Arendt cuando va a Jerusalén a fin de cubrir para The New Yorker
el proceso a Eichmann tenemos la oportunidad de ver, perfectamente
integrados en el filme, escenas documentales del verdadero juicio. Es
lo más impactante de toda la película. El resto del metraje se dedica a explorar la
tormenta intelectual que supuso la difusión en sus artículos de unas
reflexiones en aquel entonces consideradas reaccionarias, y hoy motivo de debate en toda discusión sobre el nazismo y el holocausto: la
primera idea es que el mal no es radical en el ser humano, a diferencia de lo que defendió Kant, sino que ha
de relacionarse con la libertad, así, cuando
la influencia del ambiente es muy grande, como en el caso de criminales
como Eichmann, la justificación de que uno simplemente obedece órdenes sólo puede ser fruto de la debilidad (es decir, "banalidad") del pensamiento, de la incapacidad para actuar libremente y con arreglo a
un criterio propio. La segunda idea polémica era que los círculos
judíos con capacidad para organizar una oposición al exterminio carecieron de valentía y aunque no se los pueda considerar cómplices de
los crímenes sí fueron también responsables en parte de la masacre. El concepto de "banalidad del mal" no se comprendió en su momento, ya que
parecía una justificación de los matarifes, una exculpación por supuesta
enajenación mental o cumplimiento ciego del deber; pero fue sobre todo la segunda tesis la que despertó
el desprecio de los judíos de Israel y de los exiliados, ya que se
interpretó como un intento de acusar a las víctimas.
Hannah Arendt produjo algunas de las obras más interesantes del siglo XX en el campo de la Filosofía y la Política; pero esta película logra que nos interesemos también por su personalidad.
Referencias:
Hannah Arendt: Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Barcelona: Lumen, 1999.
Alois Prinz: La filosofía como profesión o el amor al mundo. La vida de Hannah Arendt. Barcelona: Herder, 2001.
Elzbieta Ettinger: Hannah Arendt y Martin Heidegger: Barcelona: Tusquets, 1996.
2 comentarios:
Acabo de ver la película, después de pensarlo mucho, en gran parte por tu comentario. Y me ha gustado bastante, sobre todo en su segunda mitad, cuando se centra en la reacción de sus artículos y su libro en los círculos judíos. Sobre su relación con Heidegger, me gustaría leer algo sobre ella (o sobre la trayectoria vital del filósofo, que no sobre su pensamiento). Un acierto mayúsculo de la película es la relación de Hannah con su marido, y esos retazos que muestran su relación con Heidegger. Es verdad que dejan con ganas de más, pero así a cuentagotas despiertan una considerable atracción.
Me alegro que te gustara. Te mando un correo con bibliografía.
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