Si una impresión se repite al leer los cuentos de Aickman es que no hay
futuro para el humano deseo de amar y ser amado. La muchacha que, en "Hand in Glove" (1979), se decide a
romper con su novio termina encontrándolo en forma de pesadilla ligado a un
paraje maldito y fantasmal, con una iglesia que alberga algo innombrable, un
funeral y una guardiana de objetos perdidos que actúan como imanes que obligan a
volver a sus dueñas para someterse a la única manera de arreglar un corazón destrozado: amar / ser amado; pero, si no, matar / ser matado.
En uno de sus primeros relatos, “Ringing the Changes” (1955),
un matrimonio con edades muy dispares,
ella muy joven, él ya mayor, elige para su luna de miel un pueblo casi perdido
en la costa. Desde que llegan están escuchando el tañido de las campanas,
ensordecedor y opresivo. En el hotel están prácticamente solos. Salen en busca
del mar y no lo encuentran, sólo perciben un olor nauseabundo. Regresan al
hotel. Un inquilino, el comandante Shotcroft, advierte al marido de que el
repicar de las campanas tiene como objetivo despabilar a los muertos, así que
les aconseja marcharse. La joven esposa no parece molesta por el ruido, no
quiere irse. Después de la cena suben a su habitación y empieza el alboroto, la
gente grita que los muertos han despertado y una masa entra en el hotel
bailando, destrozándolo todo a su paso. Suben hasta la habitación del
matrimonio y el marido no puede impedir que se lleven a su esposa; más tarde la
encuentra en los bajos del hotel, con el camisón desgarrado. Shotcroft le
reprocha no haber sido más enérgico. A la mañana siguiente se marchan, completamente
destruidos.
El más famoso de sus cuentos es "The Swords" (1969). Un joven viajante de comercio asediado por el
despertar del deseo
recala en un pueblo en el que descubre una feria descabalada, y en ella un
siniestro espectáculo: una atractiva joven se somete a una más que simbólica ceremonia por parte del público masculino: le clavan espadas en el cuerpo y luego se despiden con un beso.
Nuestro adolescente huye; pero ya va marcado por la escena. Al día siguiente
encuentra a la chica con su protector, y se le ofrece la posibilidad de un
espectáculo privado. Será su iniciación sexual, tan terrible como pueda uno
imaginarse.
"La mano en el guante", en Edward L. Ferman y Anne Jordan (eds.): Horror 5. Barcelona: Martínez Roca, 1989, 254-277.
"Campanas y metamorfosis", en José
A. Llorens (ed.): Narraciones terroríficas. Antología de cuentos de
misterio. Séptima selección. Barcelona: Acervo, 1966, pp. 145-180.
"Las espadas", en Hartwell, David G. (ed.): El Gran Libro del Terror. Barcelona: Martínez Roca, 1989, pp.
154-172
No hay comentarios:
Publicar un comentario