Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799)
puede considerarse el principal autor de apuntes filosóficos del XVIII.
Su importancia no ha dejado de crecer con el tiempo, pero no tanto por sus
obras de filosofía natural editadas en vida y que ya merecieron el respeto de Goethe o Kant, sino
por el extraño grupo de cuadernos que dejó inéditos a su muerte, en los
que anotaba todo tipo de reflexiones, notas de lectura y ocurrencias. Sudelbuch
los llamaba, "libros de borradores", y la justificación de este nombre encierra toda una declaración de
principios:
Los comerciantes tienen su waste book (Sudelbuch, Klitterbuch [libro borrador, libro de asiento], creo, en alemán), en el cual van anotando día a día todo lo que venden y compran, todo entreverado y sin orden; de aquí lo pasan luego al ‘diario’, donde aparece ya en forma más sistemática, y finalmente al Leidger at double entrance [libro de contabilidad], según la usanza italiana de la teneduría de libros. En éste se llevan las cuentas de cada persona, que aparece primero como deudor y luego, enfrente, como acreedor. Esto merece ser imitado por los estudiosos. En primer lugar, un libro donde yo vaya anotando todo tal como lo veo o como me lo transmiten mis pensamientos; luego aquello podría ser transcrito a otro donde los temas están más separados y ordenados, y el leidger podría contener por último, expresadas en el debido orden, las referencias y explicaciones que de ellos se deriven. [ pp. 163-164 (E 46) ]
Para Lichtenberg, estos borradores son
fragmentos, simples apuntes; de hecho escribe en ellos sin cortapisas, no se
ve obligado a condensar como cuando ha visto claro lo que trata de expresar.
Son cuadernos de tanteo, de ensayo de ideas, donde se permite redactar incluso
con relativa extensión, como paso previo al descubrimiento de lo que más tarde
se debe ofrecer resumido y liberado de lo innecesario [ p. 170 (E 150) ]. No ha de buscarse orden en sus “libritos”, advierte, y es que “el orden es hijo de la
reflexión" [ p. 177 (E 249) ], indicando
de este modo que los borradores se sitúan en un lugar más acá del ordenamiento
racional (aunque sean la fuente de éste). Este lugar de la
espontaneidad y el desorden es la sede de la intimidad, donde ideas y carácter no
están separados o, como dice el propio Lichtenberg con ecos de Montaigne, es la historia de su espíritu y su cuerpo [ p. 231 (F 811) ]. No se le escapaba el paralelismo entre sus reflexiones en forma de borrador y el estado deforme de su cuerpo; lo que no pudo llegar a intuir es que esa obra provisional, tan admirada después por Nietzsche y Canetti, marcaría el rumbo de las brevedades filosóficas.
Georg
Christoph Lichtenberg: Aforismos. Barcelona: Edhasa, 2ª ed.,
2002
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