En los años 70 del pasado siglo, el profesor Herbert Terrace, de la Universidad de Columbia, planeó la realización de un trabajo de investigación sobre la capacidad de los chimpancés para adquirir habilidades humanas. Nace así el "Proyecto Nim". La idea principal es criar a un chimpancé recién nacido y enseñarle el lenguaje de signos para poder comunicarse con los seres humanos.
Durante unos años, Nim convive con una familia un tanto hippie que, según llega a quejarse el profesor Terrace, malcría al chimpancé y no aplica un método científico al experimento. Se ve obligado entonces a quitarles al chimpancé, que acaba de entrar en la pubertad, como antes lo hizo de su madre biológica, y lo traslada a una gran residencia donde Nim empieza a ser educado metódicamente por varios cuidadores que le enseñan el lenguaje de signos y otras habilidades indispensables para la vida en común, como el uso del servicio.
Al poco tiempo empiezan los problemas, no sólo porque Nim rechaza las agotadoras sesiones de estudio, sino porque sus enfados suelen ir acompañados de golpes y mordiscos (aunque luego se arrepienta), que pueden llegar a hacer mucho daño a los que lo cuidan. Hay que tener en cuenta que el chimpancé adulto es unas cinco veces más fuerte que el ser humano. Después de cortarle la cara de un bocado a una instructora del lenguaje de signos, y dado que el experimento no terminaba de dar los frutos que se esperaba, el director del estudio decide entregarlo a un zoo, donde pasará sus próximos años en estado de cautividad.
Hay que destacar en este punto la habilidad del director del documental para crear un clima narrativo a base de entrevistas e imágenes de época, ya que la desolación de todos los implicados y el sentimiento de culpa y fracaso por no haber previsto el curso que iban a tomar los acontecimientos resulta muy patético.
Pero lo peor
estaba por llegar, y Nim entra en un lote de chimpancés vendidos
a un laboratorio que ensaya en simios vacunas contra la hepatitis,
como paso previo a su comercialización.
Por fortuna, uno de sus antiguos cuidadores en el zoo interpondrá una querella contra el laboratorio, para la cual llega a plantearse que el propio chimpancé se defienda ante la corte con su lenguaje de signos. Hubiera bastado la traducción de su malestar expresado por signos detrás de la jaula de barrotes, una vez ante la sala del juzgado, para que cualquier juez les hubiera dado la razón, argumenta el sagaz abogado que llevó su caso.
Se lo traslada finalmente a una finca de reposo para animales maltratados. Nim es allí el único chimpancé y de nuevo es enjaulado y obligado a vivir solo. No puede estar suelto, no puede ser llevado a su hábitat natural, no puede estar con quienes lo han cuidado previamente. Al final de su vida encontrará compañía en otros chimpancés liberados, que compartirán su celda y su suerte. Morirá con sólo 26 años.
PROJECT NIM
2011
Dirigida por James Marsh
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