La aflicción de un mercader que, volviendo de las Indias a
Europa con toda su fortuna en mercancías, se vio obligado a echarlo todo por la
borda, durante una tempestad, y se apenó de tal suerte que en la misma noche
encaneció su peluca.
Immanuel Kant (1790): Crítica del Juicio, § 54, 303
En todo lo que deba excitar una risa viva y agitada tiene que haber algún absurdo (...). La risa es una emoción que nace de la súbita transformación de una ansiosa espera en nada. [ Immanuel Kant ]
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