Los has visto al anochecer, caminando por la orilla, los has visto de pie en los portales, asomados a las ventanas o a horcajadas sobre el borde lentamente movedizo de una sombra. Amantes de lo intermedio, no están ni aquí ni allí, ni adentro ni afuera. Pobres almas, las mueve el afán de experimentar lo imposible. Incluso de noche yacen en la cama con un ojo cerrado y otro abierto, esperando atrapar el último segundo de la vigilia y el primero del sueño, habitar esa tierra de nadie, ese hermoso lugar, contemplar, como sólo un dios pudiera, la luminosa conjunción de la nada y el todo.
Mark Strand: Casi invisible. Madrid: Visor, 2012, pág. 55. Trad. Julio Trujillo
Mark Strand (1934) |
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