Hay un cuadro de Klee (1920) que se titula Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviera apunto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de
datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina
sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse,
despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el
paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan
fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja
irremediablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que
los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo
que nosotros llamamos progreso.
Walter Benjamin: "Tesis de filosofía de la historia" (ca. 1940), en Discursos interrumpidos. Madrid: Taurus, 1973, p. 183.
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