Los jóvenes que han permanecido más tiempo están recogiendo sus cosas para volver a casa, pues la fiesta ha terminado. Este es el último tranvía. Y los enjutos caballos castaños lo saben y agitan sus campanillas en medio de la noche clara, como advertencia. El cobrador habla con el conductor; ambos asienten a menudo con la cabeza bajo la luz verde de la farola. No hay nadie cerca. Parece como si escucháramos, yo sobre el estribo superior y ella sobre el inferior. Ella sube a mi estribo muchas veces y desciende de nuevo, entre frase y frase, y una o dos veces permanece a mi lado, olvidándose de descender, y luego desciende... No importa; no importa... Y ahora ya no excitan sus coqueterías -su elegante vestido con banda y largas medias negras- pues ahora (sabiduría juvenil) parece que nos damos cuenta de que este final nos agradará más que cualquier otro final por el que nos hubiéramos esforzado.
James Joyce: Epifanía 3, Revista de Occidente, 121 (1991) pp. 57-58.
James Joyce (1882-1941) |
En su novela de juventud Stephen Hero (inacabada), Joyce define la epifanía como "una súbita maniestación espiritual, sea a través de un detalle, de una conversación vulgar o de un momento memorable del pensamiento en sí."
No hay comentarios:
Publicar un comentario