El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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martes, 30 de octubre de 2012

Edipo Rey


   La obra Edipo Rey es el modelo de la tragedia clásica, según Aristóteles. Desde su estreno en el ya lejano siglo V a. C., durante el esplendor de la Atenas clásica, ha suscitado la admiración de todo tipo de espectadores. Es difícil encontrar una obra que afronte con tanta claridad los temas límite de la literatura (parricidio, incesto, automutilación)... Ni siquiera hoy en día es corriente encontrarlos en la literatura reciente, y desde luego no con tanto buen gusto. La obra se mantiene por el gran estilo con que está compuesta, y por la compasión con que Sófocles trata a su héroe trágico, ese incauto Edipo llevado a la destrucción por una suerte adversa. Esta inaudita trama logra despertar durante la representación teatral una profunda liberación de emociones en el espectador (catarsis), como dice Aristóteles, lo que explicaría por qué se mantiene como obra imperecedera a través de los siglos.

Macbeth


   El terror literario llegó a Occidente con Edipo Rey, y alcanzó la cúspide con The Tragedy of Macbeth (1606). En ambas obras son cruciales los adivinos para desencadenar los acontecimientos trágicos, en ambas se sobrepasan con creces los límites de lo tolerable y lo correcto. Nos sumergimos en las delicias delestremecimiento. Desde Aristóteles sabemos que pocas cosas resultan más liberadoras que una buena dosis de peligro mientras estamos a salvo en nuestra casa. La literatura, el cine, la pintura o la ópera han repetido la imagen del Bosque de Birnam desplazándose hacia Dunsinane y el lamento del asesino porque "la vida es una sombra que camina" o "un cuento contado por un idiota". No nos apiadaremos de su infortunio.

sábado, 27 de octubre de 2012

Las buenas costumbres

   El caballo, desorientado por un torpe tirón de brida, dio un salto, y el jinete cayó de mala manera. El hombre se rompió una pierna, y el caballo, convencido de que cumplía un deber piadoso, lo remató con una coz en la nuca.

Pere Calders (1984): De lo tuyo a lo mío. 32 cuentos con final casi feliz. Barcelona: Laia, 1986, pág. 159

Pere Calders (1912-1994)

miércoles, 24 de octubre de 2012

Trucos de manipulación o Cómo vender la moto



1. La forma es el contenido. El orden y la situación de las palabras puede modificar todo el sentido del discurso:
  • Lea El Periódico. Descubrirá la verdad.[es lo mismo que] Lea El Periódico y descubrirá la verdad  [pero...] Me hice rico. Contraté un seguro. Me robaron [no es lo mismo que] Contraté un seguro. Me robaron. Me hice rico.
2. Los sinónimos no son tan parecidos:
  • El acusado es agresivo, inteligente, determinado [no es lo mismo que] El acusado es enérgico, inteligente, determinado.[No es lo mismo "miedo" que "prudencia"; "timidez" que "pudor"; "prepotencia" que "carácter"; "locura" que "extravagancia" ...]
3. Quien dice la última palabra gana la mitad de la disputa:
  •  [Que se lo digan si no a los candidatos en un debate político...]
4. Unas comillas en una palabra y cambia toda la frase:
  • El "jefe" del gobierno libre del Estado de Bananas
  • El jefe de "gobierno" del libre Estado de Bananas
  • El jefe de gobierno del "libre" Estado de Bananas
  • El jefe de gobierno del libre "Estado" de Bananas
  • "El jefe de gobierno del libre Estado de Bananas"
5. Todo argumento tiene una grieta por la que se puede volver contra sí mismo:
  • Fulano goza de crédito porque habla de un asunto en el que se ha visto envuelto [puede convertirse en] Fulano no goza de crédito porque habla de un asunto en el que se ha visto envuelto.
6. El lenguaje ampuloso parece lenguaje científico:
  • "Clínicamente testado" [parece más científico que] "sometido a test de laboratorio"
  • Resultado no negativo del test de screening de BSE en una hembra de vacuno (lo que significa: hallazgo de una vaca afectada del mal de las vacas locas)
7. Se nos ofrecen verdades que nadie preguntaba: 
  • Las galletas Dulcamanara no contienen nitratos [¡las otras tampoco!]
8. Todos los días se descubren mediterráneos: 
  • Agua Fuente Nueva. De gran poder diurético [todas las aguas tienen esa carasterística]
  • Leche Puneta, rica en calcio y vitaminas [como todas las otras marcas de leche]
  • Champú Gio: con extracto de guayaba [¡¿y qué?!]
9. Importa delimitar el campo que interesa:
  • Detergente Sox. Ninguno lava más blanco [aunque tal vez sí "igual" de blanco]
  • Yogur Danonino. Puede reducir el nivel de colesterol [también puede que no] 
  • Con un 15% menos de sodio... Con un 30% menos de grasa [¿menos que qué?]
  • Nuestra moto consume menos que la Kawasaki y es más cómoda que la Honda [aunque podría consumir más que la Honda y ser menos cómoda que la Kawasaki...]
10. La elección de las palabras tiene sentido moral:
  • El "fuego amigo" acarrea "conflictos de baja intensidad" e inevitables "daños colaterales".
  • La "dermatosis" de los oficiales se degrada en la "sarna" de los suboficiales y la "roña" de la tropa [pero no deja de ser la misma enfermedad]
11. Gran poder es "dar por supuesto":
  • ¿Cuando vio al acusado entrar en el banco llevaba ya la pistola en la mano?
  • ¿Qué postre van a tomar?
  • ¿Tarta o café?
 12. No da lo mismo cómo se unen las ideas:
  • La conferencia fue interesante pero larga.
  • La conferencia fue larga e interesante.
  • La conferencia fue larga aunque interesante.
13. Para obtener un privilegio, parece que basta con dar un motivo:
  • ¿Me dejas pasar? Es que tengo que hacer una fotocopia.
  • ¿Me das un euro? Es para el autobús de Marbella.
14. Para acertar siempre sólo hay que elevar el nivel de ambigüedad, como los adivinos:
  • "Veo un problema [si no, no lo hubiera consultado]; un problema que te afecta mucho [cómo no]; hay una tercera persona implicada [las piedras no dan problemas, sólo las personas]; siento la tensión  [es lo que suelen ocasionar los problemas: tensiones]; te han hecho algo... [todos nos hacen algo a menos que estén muertos...] etc.
15. Una solución única simplifica mucho las cosas:
  • El problema de la educación son los alumnos
  • El problema de la educación es el Gobierno
  • El problema de la educación son los profesores
16. Una buena disyuntiva y ya estamos ante las cuerdas:
  • Tienes que decidirte, ¿Medicina o Enfermería?
  • ¿Me regalas el coche o los diamantes?
17. El que niega, siembra la duda:
  • No diré que mi oponente está demasiado viejo para optar a la Presidencia.
  • No diré que usted ha mentido en su Declaración de la Renta.
  • Naturalmente, el Diputado Ramírez no es un mentiroso.
  • Hoy no se han peleado en el Congreso de los Diputados.

... Y siempre debemos recordar que si se repite lo suficiente, hasta lo mayor mentira acaba pareciendo verdadera; hasta lo mayor mentira..., si se repite lo suficiente...

Basado en:
Matteo Rampin: Vender la moto: Trucos de la manipulación del lenguaje. Madrid: Alianza Editorial, 2008.

domingo, 21 de octubre de 2012

El Prometeo de Goethe

Ilustración de Bernard Picart


PROMETEO

Cubre tu cielo, Zeus,
con un velo de nubes,
y, semejante al joven que descabeza abrojos,
huélgate con los robles y las alturas.
Déjame a mí esta tierra,
la cabaña que tú no has construido
y el calor del hogar que tanto envidias.

Nada conozco bajo el sol tan pobre
como vosotros, dioses.
Nutrís, mezquinos, vuestra majestad
con las ofrendas de los sacrificios
y con el vaho de las preces.
En la indigencia viviríais
de no existir los niños y esos necios
mendigos que no pierden la esperanza.

Cuando era niño y nada sabía,
levantaba mis ojos extraviados
al sol, como si arriba hubiese oídos
para escuchar mis quejas,
y un corazón, afín al mío,
que sintiera piedad de quien le implora.

¿Quién me ayudó en mi pugna
contra los insolentes Titanes?
¿Quién de la muerte me salvó,
y de la esclavitud?
¿No fuiste tú, tú solo,
sagrado y fervoroso corazón,
quien todo lo cumpliste?
Y, sin embargo, ardiendo
en tu bondad y juventud, iluso,
agradecías tu salud a aquel
que, allá arriba, dormita...

¿Honrarte yo? ¿Por qué?
¿Aliviaste tú alguna vez
los dolores del afligido?
¿Enjugaste las lágrimas del angustiado?
¿No me han forjado a mí como hombre
el tiempo omnipotente
y la eterna fortuna,
que son mis dueños y también los tuyos?

¿Acaso imaginaste
que iba yo a aborrecer mi vida
y a retirarme al yermo
porque no todos mis floridos
ensueños dieran fruto?

Aquí estoy, dando forma
a una raza según mi propia imagen,
a unos hombres que, iguales a mí, sufran
y se alegren, conozcan los placeres y el llanto,
y, sobre todo, a ti no se sometan,
como yo.

J. W. Goethe (1774). Trad. L. A. de Cuenca


Johann Wolfgang Goethe (1749-1832)

La oda "Prometeo" de Goethe pertenece a una tragedia de juventud inacabada, de la que se conservan dos actos y este poema.
En 1978, Luis Alberto de Cuenca publicó Museo en la editorial Bosch. Es una miscelánea de fragmentos en la estela del Libro del Cielo y el Infierno de Borges y Bioy, y también incluye algún delicioso pastiche apócrifo. De la Epopeya de Gilgamesh a los poemas Dada, y agrupados en capítulos simbólico-alegóricos como si se tratase de un museo, como advierte su título, visitamos algunos hermosos momentos de la historia de la literatura y la cultura, a menudo en forma de esbozos fragmentarios, como en una galería de exposiciones. Inexplicablemente, esta antología nunca se ha reeditado, a pesar de incluir cumbres como este Prometeo, con una traducción en la que escuchamos la voz que será de Rilke.

Prometeo, de Richard Cosway


Recorrido:

El Prometeo original de Hesiodo (siglo VIII a. C.)
El Prometeo filosófico de Platón (inicios del siglo IV a. C.)
El Prometeo romántico de Goethe (1774)
El Prometeo metafórico de Kafka (1919)

miércoles, 17 de octubre de 2012

El Prometeo de Platón



   
   Hubo una vez un tiempo en que existían los dioses, pero no había razas mortales. Cuando también a éstos les llegó el tiempo destinado de su nacimiento, los forjaron los dioses dentro de la tierra con una mezcla de tierra y fuego, y de las cosas que se mezclan a la tierra y el fuego. Y cuando iban a sacarlos a la luz ordenaron a Prometeo y a Epimeteo que los aprestaran y les distribuyeran las capacidades a cada uno de forma conveniente. A Prometeo le pide permiso Epimeteo para hacer él la distribución. "Después de hacer yo el reparto, dijo, tú lo inspeccionas". Así lo convenció, y hace la distribución. En ésta, a unos les concedía la fuerza sin la rapidez y a los más débiles, los dotaba con la velocidad. A unos los armaba y, a los que les daba una naturaleza inerme, les proveía de alguna otra capacidad para su salvación. A aquellos que envolvía en su pequeñez, les proporcionaba una fuga alada o un habitáculo subterráneo. Y a los que aumentó en tamaño, con esto mismo los ponía a salvo. Y así, equilibrando las demás cosas, hacía su reparto. Planeaba con la precaución de que ninguna especie fuera aniquilada.
   Cuando les hubo provisto de recursos de huida contra sus mutuas destrucciones, preparó una protección contra las estaciones del año que Zeus envía, revistiéndolos con espeso cabello y densas pieles, capaces de soportar el invierno y capaces, también, de resistir los ardores del sol, y de modo que, cuando fueran a dormir, estas mismas les sirvieran de cobertura familiar y natural a todos. Y los calzó a unos con garras y revistió a los otros con pieles duras y sin sangre. A algunos les concedió que su alimento fuera devorar a otros animales, y les ofreció una exigua descendencia, y, en cambio, a los que eran consumidos por éstos, una descendencia numerosa, proporcionándoles una salvación a la especie. Pero. como no era del todo sabio Epimeteo, no se dio cuenta de que había gastado las capacidades en los animales; entonces todavía le quedaba sin dotar la especie humana, y no sabía qué hacer.
   Mientras estaba perplejo, se le acerca Prometeo que venía a inspeccionar el reparto, y que ve a los demás animales que tenían cuidadosamente de todo, mientras el hombre estaba desnudo y descalzo y sin coberturas, inerme. Precisamente era ya el día destinado, en el que debía también el hombre surgir de la tierra hacia la luz. Así que Prometeo, apurado por la carencia de recursos, tratando de encontrar una protección para el hombre roba a Hefesto y a Atenea su sabiduría profesional, junto con el fuego -ya que era imposible que sin el fuego aquélla pudiera adquirirse o ser de utilidad a alguien- y, así, luego la ofrece como regalo al hombre. De este modo, pues, el hombre consiguió tal saber para su vida; pero carecía del saber político, pues éste dependía de Zeus. Ahora bien, a Prometeo no le daba ya tiempo de penetrar en la acrópolis en la que mora Zeus; además los centinelas de Zeus eran terribles. En cambio, en la vivienda común de Atenea y de Hefesto, en la que aquéllos practicaban sus artes, podía entrar sin ser notado, y así robó la técnica de utilizar el fuego de Hefesto, y las otras que pertenecen a Atenea, y se las entregó al hombre. Y de aquí resulta la posibilidad de la vida para el hombre; aunque a Prometeo luego, a través de Epimeteo, según se cuenta, le llegó el castigo de su robo.
   Puesto que el hombre tuvo participación en el dominio de lo divino a causa de su parentesco con la divinidad, fue, en primer lugar, el único entre los animales en creer en los dioses, e intentaba construirles altares y esculpir sus estatuas. Después, articuló rápidamente, con conocimiento, la voz y los nombres, e inventó sus casas, vestidos, calzados, coberturas y alimentos del campo. Una vez equipados de tal modo, en un principio habitaban los humanos en dispersión, y no existía ciudades. Así que se veían destruidos por las fieras, por ser generalmente más débiles que aquéllas; y su técnica manual resultaba un conocimiento suficiente como recurso para la nutrición, pero insuficiente para la lucha contra las fieras. Pues aún no poseían el arte de la política, a la que el arte bélico pertenece. Ya intentaban reunirse y ponerse a salvo con la fundación de ciudades. Pero, cuando se reunían, se atacaban unos a otros, al no poseer la ciencia política; de modo que de nuevo se dispersaban y perecían.
   Zeus, entonces, temió que sucumbiera toda nuestra raza, y envió a Hermes que trajera a los hombres el sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad. Le preguntó, entonces, Hermes a Zeus de qué modo daría el sentido moral y la justicia a los hombres: "¿Las reparto como están repartidos los conocimientos? Están repartidos así: uno solo que domine la medicina vale para muchos particulares, y lo mismo los otros profesionales. ¿También ahora la justicia y el sentido moral los infundiré así a los humanos o los reparto a todos?". "A todos, dijo Zeus, y que todos sean partícipes. Pues no habría ciudades, si sólo algunos de ellos participaran, como de los otros conocimientos. Además, impón una ley de mi parte: que al incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad".

Platón: Protágoras, 320c-320d


Prometeo (1636-1637), de Rubens (Museo del Prado)

Recorrido:

El Prometeo original de Hesiodo (siglo VIII a. C.)
El Prometeo filosófico de Platón (inicios del siglo IV a. C.)
El Prometeo romántico de Goethe (1774)
El Prometeo metafórico de Kafka (1919)

lunes, 8 de octubre de 2012

Prometeo

   Sobre Prometeo informan cuatro leyendas: según la primera, por haber traicionado a los dioses ante los hombres fue encadenado al Cáucaso, y los dioses enviaron águilas que le devoraban el hígado en perpetuo crecimiento.
   Dice la segunda que, retrocediendo de dolor ante los picos despiadados de las aves de presa, Prometeo fue incrustándose cada vez más profundamente en la roca, hasta formar un todo con ella.
   Según la tercera, en el decurso de los milenios se olvidó su traición, los dioses olvidaron, las águilas olvidaron, y él mismo olvidó.
   Según la cuarta, se sintió cansancio de aquello que había perdido todo fundamento. Se cansaron los dioses, se cansaron las águilas, la herida se cerró, cansada.
   Quedó la montaña de roca, inexplicable. La leyenda intenta explicar lo inexplicable. Como se origina en un motivo de verdad, debe finalizar nuevamente en lo inexplicable.

Franz Kafka (1919): La muralla china. Madrid: Alianza, 1973, pág 83.
Prometeo encadenado (1590-1596), de Gregorio Martínez


Recorrido:

El Prometeo original de Hesiodo (siglo VIII a. C.)
El Prometeo filosófico de Platón (inicios del siglo IV a. C.)
El Prometeo romántico de Goethe (1774)
El Prometeo metafórico de Kafka (1919)

sábado, 6 de octubre de 2012

De las alegorías

   Muchos se quejan de que las palabras de los sabios sean siempre alegorías, pero inaplicables en la vida diaria, y esto es lo único que poseemos. Cuando el sabio dice: “Anda hacia allá”, no quiere decir que uno deba pasar al otro lado, lo cual siempre sería posible si la meta del camino así lo justificase, sino que se refiere a un allá legendario, algo que nos es desconocido, que tampoco puede ser precisado por él con mayor exactitud y que, por tanto, de nada puede servirnos aquí. En realidad, todas esas alegorías sólo quieren significar que lo inasequible es inasequible, lo que ya sabíamos. Pero aquello en que cotidianamente gastamos nuestras energías, son otras cosas.
   A este propósito dijo alguien: “¿Por qué os defendéis? Si obedecierais a las alegorías, vosotros mismos os habríais convertido en tales, con lo que os hubierais liberado de la fatiga diaria.”
   Otro dijo: “Apuesto a que eso es también una alegoría.”
   Dijo el primero: “Has ganado.”
   Dijo el segundo: “Pero por desgracia, sólo en lo de la alegoría.”
   El primero dijo: “En verdad, no; en lo de la alegoría has perdido.”

Franz Kafka (1922): La muralla china. Madrid: Alianza, 1973, págs. 78-79.


*** ... Se admiten interpretaciones ... ***