El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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lunes, 21 de enero de 2013

Misticismo

Hablan de un fulgor que los inunda. De una infinita vastedad, de un infinito reino de la luz. De una "unidad fluctuante" de todas las cosas y fuerzas del alma. De un maravilloso e indescriptible impulso del corazón. De reconocimientos tan rápidos que todo en ellos es simultáneo, y que son como gotas de fuego que caen en el mundo. Y por otra parte hablan de un olvido, de un dejar de entender, y aun de una desaparición de las cosas. Hablan de un enorme descanso, liberado de las pasiones. De un enmudecer. De un esfumarse los pensamientos y los propósitos. De una ceguera en la que ven claro, de una claridad en la que están muertos y vivos de un modo sobrenatural. Le dan el nombre de "desvivirse" y afirman en cambio que viven de una forma más plena que nunca.

HsA, II, 12

sábado, 12 de enero de 2013

Extinción

 
El tilacín o tigre de Tasmania fue un animal extraño y fascinante. Parecía perro o lobo, aunque perteneció a la familia de los marsupiales. Habitó en Australia y Nueva Guinea desde hace 4 MA hasta el 1936 de nuestra era, en que se cree murió el último ejemplar. En el continente australiano habría desaparecido hace unos 2000 años sobre todo a causa del impacto humano. En Tasmania (isla de Oceanía perteneciente a Australia) fue de nuevo el hombre quien propició su acoso para evitar que este animal, exclusivamente carnívoro, matara a las ovejas de los ganaderos. El último ejemplar conocido, capturado en 1933, murió tres años después en el zoo de Hobart.
En la película The Hunter (2011), Martin, un mercenario y cazador, es contratado por una poderosa corporación para abatir a un supuesto último ejemplar de tilacín avistado en Tasmania. Su misión es volver con muestras biológicas y eliminar los restos del cadáver. Sólo hay crueldad en esta película, el afán corporativo por hacerse con cierta toxina natural del animal con la que paraliza a sus presas, la rudeza de los leñadores que sólo ven enemigos en los ecologistas, el propio cazador con una misión para la que demuestra estar perfectamente capacitado y nos sugiere un pasado culpable. Con el paralelismo entre la extinción del último ejemplar de la especie del tigre y la supervivencia de sólo el hijo pequeño de una familia ecologista, el film nos deja un mensaje conservacionista pero desesperanzado.


El gran escritor W. G. Sebald (1944-2001), prematuramente desaparecido en un accidente de tráfico, alude al azote cómplice que es la ciencia para la naturaleza en Del natural (1988), dentro de un largo poema que recrea la odisea del naturalista G. W. Steller, unido a la segunda expedición del explorador danés Vitus Bering por la costa ártica de Siberia y en busca de una ruta hacia América:
Manuscritos al final de su vida,
escritos en una  isla del Ártico
con una pluma de ganso que rasca y tinta biliosa,
listas de doscientas once
plantas diferentes,
historias de cuervos blancos,
raros cormoranes y vacas marinas,
reunidos en el polvo
de un inventario sin fin,
su obra maestra zoológica,
De bestiis marinis,
programa de viaje para cazadores,
guía para contar pieles,
no, no suficientemente alto
estaba el  norte.
Las vacas marinas de Steller, descritas por vez primera por este naturalista, no estaban suficientemente en alto ni ocultas para librarse de la rapiña humana. Avistadas en la costa de Kamchatka y con sus ocho metros de longitud, estos sirenios mansos hasta el punto de dejarse matar sin intentar la huida fueron exterminados en un cortísimo periodo de tiempo, menos de treinta años, en cuanto se extendió la noticia de su existencia y las propiedades de su carne. En 1768, Ivan Popov, uno de los antiguos compañeros de expedición de Steller visita la isla de Bering y encuentra el último ejemplar registrado de esta especia, al que da muerte.

Vaca marina dibujada por Steller
De la mano de Sebald, aunque harto de la evidente comparación, a un tiempo deudor y simbólico visitante de su tumba, seleccionador de su novela Los anillos de Saturno como, en su opinión, la mejor novela sobre la soledad, el narrador nigeriano Teju Cole ha construido a pesar de su juventud una novela que queda aposentada en la memoria. En su arranque y final, las aves son el centro de su interés. En el comienzo las aves migratorias, en el final una sebaldiana reflexión sobre el impacto de la Estatua de la Libertad sobre las aves, siguiendo para ello el registro de los animales muertos al chocar contra ella a finales del XIX, cuando hacía las veces de faro de la ciudad con una llama enorme: "Una mañana de 1888, por ejemplo, después de una noche especialmente tormentosa, se recogieron de la corona, el balcón de la antorcha y el pedestal de la estatua más de mil cuatrocientos pájaros muertos". El registro que a instancias del coronel Tassin se empezó a llevar de estas muertes permite al novelista acabar su novela destacando que en la mañana del 13 de octubre se recogieron 175 chochines, "aunque la noche no había sido especialmente ventosa ni oscura".

miércoles, 9 de enero de 2013

Queremos tanto a Goleman


Por haber divulgado como nadie antes de él un tema apasionante, por los 7 millones de libros vendidos de su obra principal, por haber dado que pensar y haber iniciado un debate interesantísimo, tenemos que leer a Daniel Goleman. Muchos de los argumentos, de sus estupendos relatos y quizás el hallazgo de una idea afortunada, hacen de su libro de 1995 una obra apasionante; pero la concepción contradictoria (tomada no literal pero sí en espíritu de un autor más riguroso, Howard Gardner) de "inteligencia emocional", y definida además con rasgos de personalidad, perturba lógicamente a los psicólogos profesionales y tradicionales. Como ya advertía Binet, porque no se puede decir de otro modo, la inteligencia es lo que miden los tests de inteligencia, ergo: si se quiere medir otra cosa, llamémoslo de otro modo, pero no "inteligencia". Gardner se enfrentó a la posición tradicional al defender que había inteligencias múltiples, es decir, distintos modos de ser inteligente, y de este modo rechazó el concepto de inteligencia investigado hasta entonces con una base claramente intelectual. Por su parte, Goleman define una inteligencia que no se puede cuantificar, para cuya detección se utilizan pruebas de personalidad, y que nos remite a habilidades sociales, afectivas o de empatía... No habría nada que objetar a ello si no se la llamara "inteligencia", que por definición es una capacidad racional o intelectual, medible con pruebas objetivas. De hecho, es el trabajo de la Psicometría, con una larga y fructífera tradición a sus espaldas. Por cierto, la misma Psicometría advierte que hay una clara correlación estadística entre altas puntuaciones en los tests tradicionales de inteligencia y ciertas habilidades destacadas por Goleman como propias de la inteligencia emocional, por ejemplo el altruísmo, la creatividad, el sentido del humor, la profundidad y amplitud de intereses o las habilidades sociales. En resumen, que las personas diagnosticadas tradicionalmente como personas inteligentes suelen ser también emocionalmente estables. Siempre se puede encontrar casos aislados de lo contrario, que alimenten el tópico elevando a ley general lo captado en uno o varios casos particulares (algo que también ocurre con la absurda idea de que los superdotados suelen fracasar en los estudios, cuando de hecho ocurre lo contrario, que no suelen tener problemas para conducir sus carreras con éxito y por supuesto menos esfuerzo que los demás); pero afirmar temerariamente como hizo Goleman que nos encaminábamos a una sociedad en la que los puestos de relevancia los ocuparían personas inteligentes emocionalmente, que ejercerían como jefes de los inteligentes a secas es, como poco, una especie de consuelo no solicitado y, seguramente, una falsedad indemostrable.

Daniel Goleman (1946)

El mensaje de Goleman llega a los colegios:
“Recientes investigaciones muestran que la inteligencia emocional, junto con los aspectos de las habilidades sociales que le son afines, tiene mayor influencia en el éxito personal que el cociente intelectual o la pura capacidad mental.”
Educación para la Ciudadanía. 3º de ESO. Sevilla: Editorial Guadiel, 2010, pág. 20.

viernes, 4 de enero de 2013

Recomendaciones a mi hijo varón que está por nacer

Primero, hijo, la camisa por dentro.
Habla poco,
y si hablas de ti, decirlo todo escuetamente,
como cuando lo mejor que escribió tu padre.
Mucho respeto a tu madre,
y alzarle la voz lo menos posible.
Un beso a tu padre cuando llega del trabajo:
nada de apretón de manos.
No matar, no ir a la guerra,
tener siempre un par de pesos guardados en el banco,
y jamás hijo mío y jamás,
hipotecar la casa.
Ten tu buró, pon tus cosas en la gaveta,
no renuncies al tabaco.
Si tienes hijos, ni adviertas ni impongas.
El día de la muerte abre por fin tu libro,
coloca la cabeza bajo el tajo,
no te quites.

José Kozer (1973)

José Kozer (La Habana, 1940)