El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

BÚSQUEDA EN EL BLOG

sábado, 4 de febrero de 2012

No llevan pantalones

   ¿Se puede ser buena gente y comerse a los otros? Según Montaigne, y cualquiera después de leer su ensayo sobre “Los caníbales”, se diría que sí. El canibalismo tal y como lo practica la tribu brasileña que encandila al autor de Los Ensayos es al fin y al cabo una práctica común en su cultura, está asociada a la guerra, y los enemigos son educados para preferir ser devorados antes que reconocer la derrota. Los “civilizados” del siglo XVI oyen hablar de esas costumbres y se escandalizan como los griegos lo harían con las historias de Herodoto sobre Babilonia y otras civilizaciones extranjeras, o como hoy nos escandalizamos cada vez que se trasgreden los valores políticamente correctos de una tendencia u otra. “Cada cual llama ‘barbarie’ a aquello a lo que no está acostumbrado”, sentencia Montaigne con una tolerancia adelantada en cuatro siglos a nuestro mediocre relativismo. Los caníbales son más sabios de lo que parece. Su moral pivota sobre dos principios básicos: valor ante el enemigo y amistad por sus esposas.  Creen en la adivinación, pero cuando se falla la primera vez hay que huir del poblado o peligrará la vida del adivino. Es verdad que se comen a los prisioneros, pero no los torturan ni desollan vivos, no los asan ni dan a los perros como en Occidente, se los comen una vez muertos. La diferencia es importante, porque no hay crueldad ni ensañamiento, y ningún preso ha pedido todavía que dejen de hacerlo.
   Tres caníbales, en presencia de un jovencísimo rey Carlos IX, opinaron que era raro ver a tantos hombres barbudos alrededor, sometidos y obedeciendo a un niño. No se explicaban que no tomara el mando alguno de ellos. Luego reprocharon que hubiera por aquí tantos hombres satisfechos y ahítos mientras que sus “mitades” (llamaban a los hombres “mitades” unos de otros) mendigaban a sus puertas, “y les parecía extraño que esas mitades necesitadas pudieran soportar una injusticia así sin coger a los otros por el cuello o prender fuego a sus casas”. Montaigne acaba su ensayo relatando una conversación con uno de ellos, y se maravilla de su buen juicio y humildad. “Pero, ¡vaya!, no llevan pantalones”, concluye con gracia.


"Los Caníbales" es el ensayo XXXI del Libro I

10 comentarios:

Jake Sully dijo...

¿Se puede ser buena gente y comer carne?¿Se puede ser buena gente y llevar pieles?¿Se puede ser buena gente y comprar cosas hechas por niños en China?¿Quien se atreve a decir que es ser buena gente, o que es civilizado?

benariasg dijo...

¿Que quién se atreve a decir qué es ser buena gente? Bueno, pues toda la historia de la Ética, ya que ése es su tema. Montaigne crea polémica porque nos hace ver que los caníbales brasileños son buena gente y no son nada civilizados (ya que, por ejemplo, se comen a las personas).
Personalmente creo además que no deberíamos comer ningún tipo de carne, ni vestir con pieles, ni comprar calzado hecho por niños en China, pero no voy a decir por ello que son "mala gente" quienes consumen todo eso, porque no es verdad, las cosas también son complicadas en este otro sentido.

Jake Sully dijo...

¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? Hay muchas cosas que quiero entender, y no puedo.

benariasg dijo...

Es que decidir "lo que está bien" y "lo que está mal" es complicado, pero también hay respuestas sencillas:

Según Sócrates es preferible cuidar el modo de ser (él dice el alma) antes que preocuparse por las posesiones.
Según Aristóteles tenemos que intentar conocer el mundo, a los demás y a nosotros mismos, y formarnos un buen carácter huyendo de los extremos.
Según Hume, sentimos cuándo una acción es correcta, el criterio para decidir está en la sensibilidad, en lo que nos agrada y lo que nos repugna.
Para Kant no hay nada mejor en el mundo que una buena voluntad tratando de hacer lo que es debido.

Son algunas ideas básicas... Y así resumidas no son incompatibles entre sí, aunque cuando se profundiza sí sean diferentes.

Anónimo dijo...

¿Por qué mediocre relativismo en comparación a la tolerancia?

benariasg dijo...

En mi opinión, la tolerancia tiene un rango superior al relativismo. Se puede ser relativista (siempre a un paso del escepticismo) por no tener criterios para decidir entre las distintas opciones de vida, por lo que se las deja estar con indiferencia. La tolerancia, sin embargo, debería ser fruto de la valoración de esas opciones con verdadero conocimiento y, aun entendiendo que son diferentes entre ellas, trataría de entender cuándo no son incompatibles ni excluyentes entre sí.
Montaigne era una persona tolerante, pero históricamente se le ha puesto la etiqueta de relativista y escéptico, que en realidad no le conviene, de ahí el guiño que te ha llamado la atención.

Anónimo dijo...

Yo lo pienso de esta forma.
Uno puede ser relativista sin posicionarse, pero no por eso uno deja de tener criterio de opinión. En mi caso aveces no me conformo con fijarme en una idea porque veo que al fin y al cabo los distintos punto de vista que hay engloban una misma, que se debate por diversión o por la simpleza de sus debatientes, que no llegan a entenderla en toda su plenitud o complejidad.
De esta forma uno puede valorar las distintas "opciones de vida" hasta darse cuenta de cual es la verdad (su verdad)y posicionarse, siempre dejando un margen a cambios.

¿Por qué se hablaba de montaigne como relativista y esceptico, y no tolerante?

Anónimo dijo...

*Por lo tanto no hablo de indiferencia pero si relativismo,¿no?
Y sigo queriendo entender que son diferentes entre ellas, y trato de entender cuándo no son incompatibles ni excluyentes entre sí.O eso creo yo.

benariasg dijo...

Creo que más o menos estamos de acuerdo, para mí el relativismo es una forma de pasotismo, sería como decir: puesto que nada parece ser verdadero, dejemos que cada cual vaya por su camino, no es preciso ni hablar porque al final cada uno es cada uno y ya está. La tolerancia, sin embargo, es una actitud respetuosa con las distintas verdades no incompatibles entre sí, teniendo cada uno o cada grupo la suya propia, que puede cambiar (esto le pasa mucho a Montaigne, que, como todos, cambia con el tiempo, y por eso lo tachan de escéptico). En resumen, para el relativismo no hay ninguna verdad o hay tantas como personas, para la tolerancia puede haber muchas, pero hay margen para la crítica.

Anónimo dijo...

Mmmmmmm, interesante.
Pues así sea, "mediocre relativismo". Me has convencido.