El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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domingo, 11 de marzo de 2012

La vida oscura

   Hay pensamientos vivos y pensamientos muertos. El pensamiento que se mueve en la superficie de nuestro ser y que en cualquier momento puede conectarse al hilo de la causalidad, no tiene por qué estar vivo. Un pensamiento que se nos da de esa manera resulta indiferente, impersonal, como un hombre que marcha dentro de una columna de soldados. Un pensamiento, aunque haya estado errando mucho tiempo por nuestro cerebro, sólo llegará a ser un pensamiento vivo cuando lo anime algo que ya no es pensamiento, algo que ya no es lógico, de manera tal que sentimos su verdad más allá de toda justificación intelectual, como un ancla que desgarra carne viva, sangrante... Los grandes hallazgos se producen a medias en la zona iluminada del intelecto, a medias en el oscuro fondo de nuestro ser más recóndito, y son por encima de todo estados de ánimo en cuya arista externa se alza el pensamiento, como una flor.
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   Así como siento que los pensamientos cobran vida en mí, siento también al observar las cosas que algo en mí adquiere vida cuando los pensamientos callan. Hay en mí algo oscuro, algo que está por debajo de todo pensamiento, y que no puede medirse con el pensamiento: una vida que no se expresa con palabras y que, sin embargo, es mi vida.


Cita combinada:
  • Robert Musil: Las tribulaciones del estudiante Törless. Barcelona: Seix Barral, 1982 (2ª edición al cuidado de Jordi Llovet), pp. 209-210 y 211.Traducción de Roberto Bixio y Feliù Formosa.
  • Robert Musil: Los extravíos del colegial Törless. Barcelona: Círculo de Lectores, 1989, pp. 228-229 y 230. Introducción y traducción de Joan Parra Contreras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En su opinión, ¿cuál de las dos traducciones de este libro de Musil es más recomendable?

benariasg dijo...

Pues... Hay una tercera. En el momento en que puse la entrada no tenía la traducción de Claudia Cabrera, en la editorial Sexto Piso (2007); pero ahora sí, y de hecho es la que escogería en estos momentos. No es que las otras sean malas, todas tienen suficiente calidad, aunque esta última es especialmente clara.