El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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viernes, 29 de junio de 2012

El amor platónico

El célebre pasaje del Banquete donde Diotima, la maga de Mantinea, expone a un joven Sócrates el proceso de aprendizaje del amor a la Belleza suele conocerse como "Escalera del Amor" y justifica el tópico del amor platónico como amor espiritual sin intervención de la carne. 
El Banquete es la obra más legible de Platón, no precisa de una preparación especial, aunque admite muchos niveles de lectura. Se la sitúa antes del Fedro y contemporánea de la República, redactada en la década del 380 al 370 a C. Las circunstancias que rodean al encuentro de comensales que da lugar a la celebración son, sin embargo, anteriores, y por una vez muy precisos: enero del 416 a C. El dramaturgo Agatón ha ganado un festival de tragedias y lo celebra durante varios días, en la segunda noche se reúnen en su casa para comer, beber e improvisar loas y discursos sobre el amor una serie de personajes entre los que se encuentran el propio Agatón, Aristófanes (que relata el bellísimo mito del andrógino), un Sócrates de 53 años y ya al final, de madrugada, irrumpe Alcibíades borracho, cuando casi todos duermen, y confiesa su amor desgraciado por su maestro, en uno de los episodios que justifican por sí solos la fama de estilista de Platón.
El discurso de Sócrates llega en sexto y último lugar, y se compone de una refutación de ideas escuchadas anteriormente, la exposición del mito de Eros (según se lo escuchó a Diotima) en que lo asimila a un demon, una interpretación de éste en que lo relaciona con el amor a la sabiduría y al Bien/Belleza, y finalmente la famosa Escalera del Amor que resume el ideario con un ejemplo educativo.
Por supuesto, Diotima es un personaje inventado, y el Sócrates que habla aquí es un trasunto del propio Platón y su vibrante y enloquecedora costumbre de mezclar sucesos reales con fantásticos, ideas propias y ajenas. La teoría de Diotima es la teoría platónica, y por eso es justo considerar este pasaje como ejemplo arquetípico del "amor platónico".
El amor platónico es el amor a la filosofía. Sólo de un modo metafórico parece servir para hablar del amor humano. De hecho puede considerarse con Gregory Vlastos que nada hay más alejado de éste que esa expresión idealizada de la pasión por las conversaciones y la contemplación de las Ideas o Formas. Ahora bien, ocurre que el amor humano ha quedado retratado (y para siempre) en el fantástico mito del andrógino de Aristófanes, ahora se trata de exponer otro misterio, otra posibilidad, que por cierto posee un poder de atracción incuestionable, como si desvelara un fondo oculto en las profundidades de la naturaleza humana, una aspiración secreta. El lamento de Alcibiades representa esta confrontación entre el frío discurrir sobre las Formas y la pasión amorosa individual, y se explica en parte porque el proceso de aprendizaje a través de etapas en forma de escalera reconoce el poder de la sexualidad y el cuerpo como iniciación natural en los misterios de Eros. Enamorarse de un cuerpo, no de una persona, sino de una apariencia física: ese es el primer contacto natural con el erotismo. La promiscuidad es el segundo escalón, y no cuesta nada ver procesos personales e históricos en esta "evolución"; lo sorprendente es que el tercer peldaño conlleva la valoración de las conversaciones eruditas, el examen de las normas de conducta y el amor al conocimiento en lugar del anhelado "descubrimiento" del ser concreto que nos arrastraría al amor maduro. Es que Platón no habla de los amantes comunes, sino de los que decubren una vocación por algo que está más allá de la sensibilidad. Abandonando toda inclinación por la carne es como se accede al Océano de la Belleza, al éxtasis espiritual, última parada en el proceso sacerdotal de entrega al demon erótico. Como revela Allan Bloom, está implícita la disparidad entre una sociedad marcada por el ideal de la amistad, como es la griega, y otra cristina o judía marcada por el ideal del matrimonio. Cuando esperábamos una glorificación de la pareja, Platón nos arroja al círculo de amigos que dialoga y asciende en su propia consideración a medida que comprende el mundo que le rodea y a aquellos que han decidido hacer ese mismo camino pertrechados con un ansia y una sed equivalentes. Allá al fondo, entre árboles frutales y verduras, aguarda con su afable sonrisa Epicuro de Samos.

Referencias:
Martha C. Nussbaum: La fragilidad del bien. Madrid: Visor, 1995, pp. 229-268.
Allan Bloom: Amor y Amistad. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1996, pp. 473-599.

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