El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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miércoles, 4 de julio de 2012

El anillo de Clarisse

   
   El viaje del hombre sin cualidades arranca con un percance físico: inmerso en un conflicto con tres ladrones, Ulrich duda y reflexiona: ¿Quieren su dinero?, ¿son burgueses un poco ebrios? En un instante en que debería haber reaccionado poniendo en práctica sus habilidades pugilísticas, se deja llevar por el espíritu y el cuerpo es abatido. Todo deportista sabe que cuando la mente se inmiscuye, la marca peligra, por eso la previsualización y el raciocinio van encaminados precisamente a evitar la aparición de ésta en el momento decisivo. 
   En la oposición de espíritu y cuerpo están implicados numerosos dualismos, el espíritu se debe a las ideas, la ciencia, el orden y las regularidades; el cuerpo siempre está mezclado con lo irracional, la vida y los sentimientos. El progreso espiritual y científico (al que Ulrich se ha dedicado con ahínco) debería ir eliminando la irracionalidad corporal; pero he aquí que una sociedad en crisis perturba todas las relaciones y diagnostica que el genio se encuentra tan patente en un caballo de carreras como en el ser humano. Incluso el caballo puede superar toda expectativa si se convierte en un auténtico reloj de precisión, como es el caso descrito en el famoso capítulo 13 de la novela, ya que su trabajo se mide con objetividad, sus prestaciones están por encima de toda duda. Ante tales muestras de genio, el esforzado Ulrich sólo puede darse unas vacaciones, abandonar sus estudios matemáticos y plantearse el único problema relevante, cómo vivir con la indefinición propia de la falta de cualidades objetivas.
   La filosofía de Nietzsche suele acompañar a partir de entonces sus disquisiciones ya sea en solitario o en compañía de Clarisse y Walter. Clarisse incluso propondrá que el año del jubileo del Emperador sea declarado "Año Nietzscheano". Pues bien, desde el importante escrito Sobre verdad y mentira en sentido extramoral sabemos que el origen de las palabras no es otro que la experiencia corporal, la variada red de impulsos nerviosos que desemboca en conceptos, en metáforas, en "verdades". Y cuanto más verdaderas pretenden ser las metáforas, y más alejadas creen hallarse de su origen corporal, más "espirituales", racionales y objetivas dicen volverse. Nietzsche desenmascara el procedimiento y califica de ilusorias a esas verdades que han perdido de vista su origen. Pero esto no implica una simple reducción del espíritu a biología, por un lado Nietzsche advierte que hay ilusiones más útiles que otras (la ciencia, por ejemplo, es una ilusión útil) y por otro critica las cegueras complementarias del hombre racional (que pierde de vista la intuición) y del intuitivo (incapaz de abstracción). La solución nietzscheana, a la que apuntan Clarisse y Ulrich, se encamina a la imbricación de intuición y racionalidad en una vida y un entorno poéticos.
   El primer paso es el reconocimiento de la crisis social y personal, representada por el torbellino de posibilidades que al hilo de la Acción Paralela se abren paso a la consideración de aquellos que deben resumir en tal acontecimiento lo mejor de la cultura del Imperio. Lo nimio se mezcla con lo crucial como en la especie humana se mezclan la antropofagia y la Crítica de la Razón Pura, y Ulrich como secretario de la Acción Paralela se ve obligado a encontrar un criterio tanto en este contexto como para su propia vida. De ahí las visitas al conde Leinsdorf, por el lado político, y a Clarisse, por el lado personal. En una de estas últimas, se plantea la naturaleza de las ideas, reflexiona sobre el curso de la historia, sobre la colisión de contrarios en el seno de un mismo fenómeno, y acaba con una serie de revelaciones: el mundo es una pura analogía, una metáfora, y no admite más exactitud que las ideas realización en la práctica; la pretensión de ganar en exactitud en la vida, en altura espiritual, depende en primer lugar de un paso paradójico: convencerse de no poseerla. El pasaje merece ser citado literalmente: 
Para adquirir espíritu se necesitaba, ante todo, estar convencido de no poseerlo. Esto significaba, para él, tener un carácter abierto, experimentador e inventivo en las cuestiones importantes de la moral. (HsA, cap. 84. Trad. esp. modificada).

   Sobre el ensayismo o la experimentación vital ya ha hablado Musil en otras ocasiones, destaquemos ahora ese carácter o esa mentalidad inventiva o poetizante, que lleva a Ulrich a exclamar que "nuestra vida no tendría que ser más que literatura", porque después de todo la belleza se convierte en el principal trastorno para la sociedad adocenada. Nietzsche ríe a carcajadas con su proyecto de una filosofía artística, pero Platón también se extasía por esta vez, cuando los contrarios se reconocen desde bandos opuestos. La nota metafórica la pone Clarisse, que extrae su anillo de casada (momento que le parece crucial a Claudio Magris, como es sabido) y diagnostica que al final nuestras vidas son así: una nada rodeada de un cerco, y sin embargo esa nada central parece ser lo más importante. Cabe concluir que no se trata de una nada simplemente vacía, sino el sostén del cerco, es una nada productiva y creadora.

Claudio Magris (1939)

2 comentarios:

ValdemarQuijano dijo...

Interesante blog. Permítame saber si esto es un fragmento del libro de Magris. Gracias por estos datos sobre el germanista italiano. Los invito a visitar mi blog: http://vquijano.blogspot.com/

benariasg dijo...

No es de Magris este texto, sino de un servidor; pero el énfasis sobre el pasaje del anillo fue puesto con finura por Claudio Magris en el libro homónimo.
Miraré con más tiempo su blog, parece muy valioso.
Un saludo.