El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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jueves, 2 de mayo de 2013

Apariencia y realidad

   Es agradable salir por la mañana a pasear por las calles bajo el sol del verano.
   ¿Pero está bien?
   No me preocupan demasiado estas cuestiones, las viejas adivinanzas de la ética y la filosofía, que merodean por las esquinas de Londres para asaltarme. Me he acostumbrado a ellas, y la más imponente de todas, la mayor obsesión de la metafísica, el problema que desconcierta a las mentes más sabias de este planeta, se ha convertido en mi frecuente compañera. ¿Qué es la realidad? Casi a diario me pregunto: ¿cómo existe el mundo, materializado en el aire, independientemente del hecho de que yo lo esté viendo? ¿Este espectáculo de calles y cielos, de paseantes y duras aceras, no es nada más que una mera hipótesis, un producto de la mente, o sigue allí, permanente y majestuoso, cuando dejo de mirarlo?
   A menudo, mientras camino por Piccadilly o Bond Street, me deleito con la noción berkeleyana de que la materia no tiene existencia, que este mundo aparentemente tan sólido es todo idea, todo apariencia. Que viajo suavemente por el espacio en el interior de una inmensa burbuja de pensamiento, un flotante y diáfano sueño de color del ópalo.

Logan Pearsall Smith: Todas las trivialidades. Oviedo: Trabe, 2010, pág. 51.



1 comentario:

4 Pupilas dijo...

La eterna incógnita...