El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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domingo, 1 de abril de 2012

¿Adiós a la carne?

L'adieu au steak (Adiós al filete). Canal Arte. Emisión del 26 de marzo de 2012.

   La industria alimentaria trata de persuadirnos de que el consumo de carne es bueno para la salud e imprescindible en una dieta equilibrada. ¿Cuántas veces se nos dice que "hay que comer de todo"? Culturalmente omnívoros, la costumbre se constituye en naturaleza, y hasta los alimentos con demostrada influencia perjudicial sobre la salud (como el azúcar, la bollería industrial o la carne roja) se incluyen en las pirámides nutricionales con un simple llamamiento a la prudencia y a no caer en el exceso. Pero hay alimentos que son malos en sí mismos. El consumo de carne roja, aún más si es frecuente (sería excesivo comer más de 300 gramos a la semana) tiene graves consecuencias para la salud (obesidad, hipertensión e intoxicaciones) y contribuye a acortar la esperanza de vida. La carne blanca de ave está a menudo contaminada con antibióticos y reduce la tolerancia a las bacterias. Sin embargo, sólo un 3% de la población alemana es vegetariana, y en otros países europeos la proporción es menor. La población no parece concebir una alimentación libre de carne. Un francés consume de media 70 kilos de carne al año, un alemán 60. Se asocia supersticiosamente el consumo de carne con la virilidad y la energía, se sirve en los restaurantes y carnicerías en apetitosa condiciones de presentación, conservación y salubridad. Sin embargo, el 80% de la carne se produce en condiciones lamentables. Los pollos, siempre encerrados en naves industriales sin acceso al aire libre, disponen de un espacio similar a un A4 para vivir. Se los atiborra de antibióticos en cuanto se detectan enfermedades, y se hace de manera preventiva con individuos sanos. Sólo en Alemania 15000 personas al año mueren a conscuencia de bacterias resistentes a los antibióticos. En un análisis realizado en este mismo país, el 50% de la carne de pollo estaba contaminada con tales gérmenes resistentes.
   Las empresas de cría de animales en Europa son grandes emporios en lugares más o menos apartados y clandestinos, con condiciones de seguridad similares a las cárceles y en los que se supeditan todas las decisiones a la rentabilidad y el aumento de los beneficios. Pollos hacinados, cerdos en jaulas que les impiden darse la vuelta..., los animales enfermos son descartados y se los deja agonizar en la basura.
   Por su parte, los mataderos industriales se precian de aplicar una muerte sin sufrimiento; pero nunca dejan comprobarlo, ni en foto ni mucho menos en vídeo, y cuando se ha logrado captar imágenes de esta actividad inevitable para los millones y millones de individuos criados para consumo, lo que se percibe es que muchos agonizan en las cadenas de transporte.
   Para criar a esta población ingente de alimento animal, se necesita una cantidad también ingente de cereales y agua. Son precisos 16 kilos de cereal por cada kilo de carne producida. La soja transgénica que se planta en Paraguay, abusando de pesticidas, agotando y contaminando la tierra, es por ejemplo la que sirve de pienso a la industria europea. El negocio de la carne, subvencionado por los mismos gobiernos que deben legislar sobre su regulación, es tan enorme que el exceso de producción se exporta a China (donde la carne se asocia cada vez más a la posición acomodada), cambiando los hábitos tradicionales de alimentación y haciendo brotar una epidemia de sobrepeso en un tercio de la población. También se exportan pollos a 50 céntimos a países como Ghana, donde la producción local del mismo pollo cuesta 5 euros, con lo que su industria y sus hábitos naturalmente más ecológicos se ponen en peligro.
   Alemania, con ocho millones de toneladas al año, es el principal productor de carne en Europa, y Europa es la principal productora del mundo. Europa parece decidida a alimentar con carne, con su carne, a todo el mundo.

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