El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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jueves, 8 de diciembre de 2011

Otra Tierra

   El mismo día que se puede al fin ver desde la Tierra un duplicado de nuestro planeta en el cielo, la joven Rhoda circula en coche tan feliz como despreocupada. La han aceptado en el prestigioso MIT, su pasión por la Astrofísica y por el universo es genuina, va escuchando la radio que especula sobre el fenómeno de la Tierra 2, ella intenta ver ese planeta desde su coche y unos metros más allá una familia se detiene en un cruce, bromean y juegan, el padre, la madre embarazada, el niño pequeño, también están contentos. Hasta que el coche de Rhoda se estrella contra ellos. Lo que sigue a partir de aquí es un melancólico desarrollo de la tragedia: la chica sale de la cárcel, el padre (único superviviente de su familia) sale del coma, la Tierra 2 está cada vez más cerca y una empresa propone un concurso para regalar una plaza en el inminente primer viaje de contacto.
   En esta película abundan las epifanías, los descubrimientos sobre uno mismo y sobre el mundo. Suele llamarse así a los desocultamientos súbitos de algo que aun estando ahí no terminábamos de ver, como el significado de un sueño, la solución de un problema, la revelación de un orden dentro del desorden.
   A pesar de sus pocos años y del enorme sentimiento de culpa, el personaje de Rhoda nos regala un buen número de epifanías en esta película, ya sea con su forma de mirar a la cámara o por su manera de aliviar la destrozada vida de los adultos que la rodean. Ella, que sólo quiere desaparecer en el espacio, sabe cuál es en realidad el secreto de la felicidad, y así nos lo cuenta:

"¿Conoces la historia del astronauta ruso? El primer hombre que fue al espacio. Los rusos le ganaron a los norteamericanos. Él va en una gran nave espacial, pero la única parte habitable es muy pequeña, así que el astronauta está ahí dentro, con una pequeña escotilla por la que ve la curvatura de la Tierra por primera vez. Es el primer hombre en ver el planeta desde el espacio. Está absorto en ese momento; pero de repente un extraño sonido comienza a salir del panel de mando, un persistente tic-tac. Maldice el panel de control y saca sus herramientas para tratar de eliminar el ruido. No lo consigue. No puede detenerlo y decide ignorarlo. A las pocas horas lo percibe ya como una auténtica tortura. Pasan los días. Él sabe que este pequeño sonido terminará enloqueciéndolo. ¿Pero qué puede hacer? Está solo allí arriba, en un armario espacial, y le quedan veinticinco días más con ese ruido... Decide que para salvar su cordura tendrá que enamorarse de él. Cierra los ojos tratando de imaginárselo... Y luego los abre. Ya no escucha un molesto tic-tac. Está escuchando música."

2011
Dirigida por Mike Cahill

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