Quizá no debiéramos cultivar sólo la rabia por la insensatez, el absurdo del mundo, sino también un poco de temor a la posibilidad de que un día pueda estar lleno de sentido. Si la sentencia más antigua que subsiste de la historia temprana de la filosofía en Grecia —el fragmento de Anaximandro de Samos, de mediados del siglo VI— afirma que las cosas han de pagar unas a otras por la injusticia según el orden del tiempo, quizá debamos celebrar que no se nos haya transmitido más que esto; el resto habría podido decir algo sobre los motivos de juicio y sobre los indicios de un tal dominio del sentido sobre el mundo.
Hans Blumenberg (1987): La inquietud que atraviesa el río. Barcelona: Península, 2001, p. 66.
Hans Blumenberg (1920-1996) |
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