Cantando por los caminos y bromeando, mientras cantaba, con aventureros ruines, pasaba la Fama junto al poeta sin hacerle caso.
Sin embargo, el poeta le hacía pequeñas coronas de canciones para que se adornase la frente en las Cortes del Tiempo; pero ella se ponía las guirnaldas indignas que los turbulentos ciudadanos le arrojaban a su paso, hechas de cosas perecederas.
Y tras un tiempo, cada vez que esas guirnaldas se marchitaban, corría el poeta a ella con sus coronas de canciones; pero la Fama se burlaba de él, y seguía poniéndose las indignas guirnaldas, aunque siempre se marchitaban cuando llegaba la noche.
Y un día el poeta, amargado, le reprochó su actitud, y le dijo: “Hermosa Fama, tanto por caminos como por veredas, no has dejado de reír y de hablar y bromear con gentes despreciables; en cambio, te burlas de mí y pasas por mi lado sin mirarme, a pesar de que me desvivo por ti y sueño contigo”.
Y la Fama le volvió la espalda, y se fue; pero al marcharse, le miró por encima del hombro, y sonrió como no lo había hecho nunca; y casi en un susurro le dijo:
—Ya te visitaré en el cementerio, dentro del Asilo, dentro de cien años.
Lord Dunsany (1915)
Lord Dunsany (1875-1957) |
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