FANTASMAS
Un “fantasma” en el sentido en que utilizan la palabra los neurólogos es un recuerdo o imagen persistente de una parte del cuerpo, normalmente una extremidad, durante meses o años después de su pérdida. Weir Mitchell describió varios tipos: unos extrañamente espectrales e irreales, otros apremiantes, peligrosamente reales incluso; algunos intensamente dolorosos, otros indoloros… En general se trata de perturbaciones de la llamada por Henry Head “imagen corporal”, en las que pueden influir factores de estimulación del córtex sensorial y de los lóbulos parietales, así como condiciones del muñón nervioso o neuroma, trastornos en las raíces nerviosas o en el sistema sensorial de la médula. He aquí algunos casos:
Dedo fantasma: Un marinero perdió en un accidente el dedo índice de la mano derecha. Durante 40 años le persiguió el fantasma intruso de aquel dedo rígidamente extendido, como estaba cuando lo perdió. Siempre que acercaba la mano a la cara (para comer o para rascarse la nariz, por ejemplo) temía que el dedo fantasma le sacase un ojo. Sabía que eso era imposible, pero la sensación era irreprimible.
Miembros fantasma que desaparecen: Todos los amputados saben que el miembro fantasma es esencial para poder hacer uso de la prótesis, de un miembro artificial. “Estoy completamente seguro —escribe el doctor Michael Kremer— de que ningún amputado con una extremidad inferior artificial puede caminar con ella satisfactoriamente hasta que le ha incorporado la imagen corporal. En otras palabras, el fantasma.” En estos casos, la desaparición del fantasma es un desastre para el paciente.
Fantasmas posicionales: Un día llegó a la consulta del Dr. Sacks Charles D., quejándose de que tropezaba, se caía y sufría de vértigo. El examen reveló que tenía una agitación de ilusiones posturales en continuo cambio. Se sentía como en un barco en un mar agitado: el suelo se acercaba y alejaba, él cabeceaba y daba sacudidas. Sólo si lograba fijar la vista en los pies lograba estarse quieto. Necesitaba, entonces, que la vista le indicase la verdadera posición de los pies.
Sacks comprendió que se trataba de un delirio sensorial asociado a “ilusiones propioceptivas”, a ceguera parcial propioceptiva con respecto a las piernas. Se trataba de una etapa intermedia de ilusiones y fantasmas posturales.
Fantasmas, ¿vivos o muertos?: Aunque la literatura científica al respecto es confusa, los pacientes no lo son: hay diferentes tipos de fantasmas. Un hombre con amputación por encima de la rodilla explica: “Hay ese chisme, ese pie fantasma, que a veces me duele muchísimo… y se me curvan los dedos hacia arriba o sufren un espasmo. Es aún peor de noche, o cuando me quito la prótesis, o cuando estoy quieto y no hago nada. Se va en cuanto me pongo la prótesis y camino. Entonces siento aún la pierna, con toda claridad, pero es un fantasma bueno, diferente, anima la prótesis y me permite andar.”
Muchos pacientes sufren dolor en el fantasma. A veces, este dolor tiene un carácter extraño, otras se trata de un dolor fuertemente real en el miembro inexistente. Un paciente escribió a Sacks quejándose de que una uña del pie inexistente se le metía en la carne. No se trata de problemas “imaginarios”, en todo caso son vividos como algo real por los pacientes.
Texto adaptado de:
Oliver Sacks: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Barcelona: Anagrama, 2002, pp. 94-99.
Experiencia de un miembro fantasma |
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